Mayerlín Gómez es una mujer venezolana. Nacida en Valencia, población famosa por sus artesanías, llegó en 2017 al corregimiento de Villa del Mar, ubicado en la ciudad caribeña de Barranquilla, una de las urbes colombianas más importantes. En su venezuela natal era comerciante, pero la situación del país la obligó a marcharse; estaba cansada de no poder conseguir alimentos y medicinas que sus padres necesitaban. Una vez tomada la decisión, recorrió ocho horas en bus desde su pueblo hasta Maracaibo y de allí cruzó la frontera con Colombia y llegó a Maicao. Gómez cuenta que la travesía no fue fácil, ya que los pobladores locales fueron agresivos y gracias a eso, decidió buscar otro lugar en Colombia en el cual asentarse. Afortunadamente no estaba sola, ya que su pareja la acompañó en este viaje incierto; casualmente él logró comunicarse con un amigo que estaba en Barranquilla y le dijo que se fueran para allá, porque les tendería la mano. Después de un viaje de más de doce horas en carro, la pareja finalmente llegó a la capital del departamento del Atlántico.
Si bien el amigo de Carlos, la pareja de Mayerlín, les dio alojamiento por unos días, necesitaban generar recursos para su sustento, así que comenzaron a vender algunas mercancías que habían traido desde Venezuela, mientras también compraban y vendían gaseosas y quesos que adquirían en el municipio de Calamar. Ese comercio de alimentos les daba para sobrevivir, pero no para vivir, así que “Maye”, como la llaman cariñosamente en su entorno, decidió montar un restaurante itinerante; preparaba almuerzos almuerzos y los llevaba a los obreros en las distintas construcciones. Así, a punta de esfuerzo, logró alquilar un apartamento y también pudo traer consigo a su hermana, su hijo y sus padres.
Con el tiempo, “Maye” se convirtió en lideresa comunitaria y ayudaba a organizaciones como Acción contra el Hambre. Fruto de esa interacción, conoció acerca del proyecto Ciudades Incluyentes y se incorporó como voluntaria. Del programa dice que le ha enseñado mucho y ha aprendido bastantes cosas, dice haber crecido como persona. Aprendió a trabajar con niños, con madres cabezas de hogar, aprendió a sembrar, adquirió concimientos en liderazgo y ganó seguridad en sí misma. Afirma que gracias a Ciudades Incluyentes la comunidad ha entendido que sí se pueden hacer las cosas. “Maye” se ha ganado la confianza de la comunidad y quiere que su barrio crezca.
A pesar de que Barranquilla le ha dado la oportunidad de comenzar una nueva vida, “Maye” expresa con nostalgia que quiere volver a su país algún día.