
Para conmemorar el Día Mundial de la Limpieza, que se celebra el 20 de septiembre, queremos destacar algunas de las acciones impulsadas por el proyecto Ciudades Incluyentes, Comunidades Solidarias, donde se promovieron jornadas de limpieza, plogging y cuidado ambiental como formas de integración entre comunidades refugiadas, migrantes y de acogida.
Barranquilla: integración ambiental y liderazgo comunitario

Con el apoyo de Ciudades Incluyentes, Comunidades Solidarias (CICS), un grupo de mujeres colombianas y venezolanas de Villa del Mar, Barranquilla, identificó problemáticas como la disposición inadecuada de residuos, la falta de cobertura del servicio de aseo y la tala de mangles en la Ciénaga de Mallorquín. Tras talleres de formación en medio ambiente, liderazgo con enfoque de género y derechos urbanos, impulsaron jornadas de limpieza en calles y zonas verdes, campañas de separación de residuos en los hogares y siembra de mangle nativo, involucrando a niños, niñas y adolescentes en actividades de educación ambiental y cuidado colectivo.
El trabajo de estas mujeres redujo riesgos de contaminación y enfermedades, además de transformar la percepción del barrio. Un entorno más limpio, ordenado y saludable fortaleció la seguridad, mejoró la calidad de vida de sus habitantes y dejó capacidades instaladas en la comunidad, demostrando que la limpieza puede ser una puerta de entrada para la integración social, la resiliencia y la construcción de ciudades más incluyentes.
Bucaramanga: la limpieza como parte de la resignificación del espacio público

En Bucaramanga, el espacio conocido como El Volteadero, en el barrio Granjas de Provenza, fue recuperado gracias a un proceso liderado por el proyecto Ciudades Incluyentes, Comunidades Solidarias que combinó limpieza comunitaria, integración social y apropiación del espacio público. A través de actividades sostenidas, niñas, niños y adolescentes de las comunidades refugiada, migrante y de acogida participaron en la recolección de desechos sólidos, el desmonte de maleza y la recuperación de áreas degradadas que mantenían el sitio en desuso e inseguridad. Este trabajo colectivo no solo mejoró las condiciones físicas del lugar, sino que también fortaleció la convivencia, previno expresiones de xenofobia y generó un sentido de responsabilidad compartida en torno al cuidado del entorno.
Al transformar un punto de abandono en un lugar limpio y activo, la comunidad elevó la percepción del barrio, redujo riesgos sanitarios y consolidó un ejemplo de cómo la recuperación del espacio público puede convertirse en una herramienta poderosa para la inclusión, la cohesión social y el fortalecimiento del tejido comunitario.
República Dominicana: limpieza para unir comunidades

En República Dominicana, las playas de Boca Chica y Najayo, así como el río Nigua, fueron escenarios de procesos de limpieza que convocaron a comunidades migrantes y de acogida en torno a la recolección de grandes cantidades de residuos. Estas actividades no solo contribuyeron a la recuperación de ecosistemas costeros y fluviales, sino que también fomentaron la reflexión colectiva sobre la responsabilidad compartida en el cuidado de los recursos naturales y el uso sostenible del espacio público.
En San Cristóbal, la intervención en el río Mucha Agua, organizada junto a ACNUR, la Fundación de Migrantes Venezolanos, la Alcaldía de Cambita Garabito y la Junta de Vecinos local, combinó la limpieza de desechos sólidos con la creación de un equipo comunitario encargado de velar por la protección permanente de este recurso. La participación de cerca de ochenta voluntarios reforzó los lazos de cooperación entre comunidades venezolanas y dominicanas, mostrando que la acción ambiental puede convertirse en un puente de integración y convivencia.
Estas experiencias, a las que se suman talleres de educación ambiental, siembras de árboles y huertas urbanas durante la ejecución del proyecto Ciudades Incluyentes, Comunidades Solidarias, muestran que la sostenibilidad y la inclusión social se refuerzan mutuamente y que estos esfuerzos confirman que incluso los gestos más pequeños pueden impulsar un futuro urbano más limpio, solidario y resiliente.