300 mangles fueron sembrados por 80 niños, niñas y adolescentes colombianos y venezolanos, guiados por un grupo de 10 lideresas ambientales, quienes explicaron a los participantes como la correcta interacción de los mangles y su entorno permite que se desarrollen no solo las plantas sino el ecosistema en general, siendo este el ejemplo perfecto para lograr una adecuada integración entre refugiados, migrantes y comunidad de acogida.